Sinsal 2019, sinestesia natural
El Sinsal sabe a algas, tierra mojada y a melancólica piedra de historias que no debían haber ocurrido. Los eucaliptos centenarios huelen a fado, soul y folclore y los bojs bailan al ritmo de la electrónica más independiente, la cumbia o el punk. Mientras, el Capitán Nemo observa desde la distancia que, otro año más y, a pesar de la lluvia, todo está en perfecta consonancia en la sinestésica illa de San Simón, en el Festival Sinsal 2019.
Viernes. Primera exploración
Llegábamos a la isla salvándonos de la lluvia. Allí nos recibía el cartel secreto de esa jornada y el olor a pulpo, paella y zamburiñas de los puestos gastronómicos. En ese soporte de cartón que recibe las primeras miradas de los nerviosos navegantes, leíamos «Mercedes Peón, Lina & Raül Refree, El Petit de Cal Eril, Blanco Palamera y Kyekyeku & Ghanalogue Highlife».
Mercedes Peón fue el inicio perfecto. Su ecléctico folk parecía mimetizarse con los árboles que rodean el escenario San Simón. Sus bases industriales y las voces femeninas que la acompañan recorrían las raíces de los árboles haciendo vibrar sus ramas, sacudiéndolas con acompasados golpes. «Son unha cría, pequena mamífera».
Los ghaneses Kyekyeku & Ghanalogue Highlife cerraron el viernes con sus ritmos afrourbanos provocando una polvareda bajo los pies imparables de un público entregado a la percusión y a comer los ya típicos trozos de sandía y melón sobrantes de los cócteles, con ese característico sabor de final de festival. Ya avisamos más veces: en el Sinsal todo se reutiliza, hasta la fruta.
Sábado. A choiva na illa é unha marabilla
El día amanecía gris y lluvioso. Aemet recibía en Vigo más visitas que en el resto de España. Todo apuntaba que la illa de San Simón no se libraría de la predicción del 90%. “Tenéis el auditorio abierto y disponible para resguardaros y en él encontraréis chubasqueros para todos y todas”. Y el Mar de Ons vitoreó al locutor de buenas noticias.
Y es que esos chubasqueros nos salvaron de una buena pulmonía, porque era evidente que no renunciaríamos ni a un solo concierto por culpa de la lluvia.
The Venopian Solitude, Gaye Su Akyol, Surma, Stuff, Liniker e os Caramelows, Teleman y Michelle David & The Gospel Sessions tendrían su público con un bonito atuendo de plástico rojo.
Los malayos The Venopian Solitude fueron, sin duda alguna, el momento álgido del sábado. Nada más empezar el día y con la lluvia sin darnos ni un minuto de tregua. La fuerza y carisma de su cantante, Takahara Suiko, hizo que nos olvidáramos de la ropa mojada y el barro bajo los pies. Al tocarlo, una melodía de rap sonaba en nuestros oídos.
Aunque, como sorpresa, ya desde un punto de vista más personal, la portuguesa Surma ocupó el primer puesto en la lista de “Descubrimiento que te llevas a casa para escuchar después del Sinsal”. Su electrónica suave y melódica delante del bosque de buxos parecía formar parte de la isla. Seguro que seguiría sonando, aun cuando el último barco de la noche zarpara hacia el puerto de Vigo.
Hasta el próximo año, Sinsal
San Simón conquista una nueva parte de ti cada año. Poco a poco te sientes más y más unida a ella y es inevitable pensar que ese es el objetivo de recuperar espacios con una historia reciente de violencia y opresión: con esmero y buen hacer, volvemos a sentirlos nuestros. Esa sensación intimidatoria inicial se reduce, aunque nunca se olvida; deja lugar a una reflexión consciente que nos dice: que a illa de San Simón sexa sempre como é agora.
Crónica escrita por nuestra colaboradora Andreia Agra (frufrüOrigami).